¿Qué es la
rutina? ¿Cuál es la forma más
correcta de estudiar guitarra? ¿Es mi rutina correcta para alcanzar los
objetivos que quiero con el tiempo del que dispongo?
Desde tiempos inmemoriales, los músicos se han dedicado a elaborar rutinas de estudio. Algunas estaban basadas un
estudio por fases,
separando la técnica de la armonía, la educación del oído, el solfeo,
la improvisación, o los arreglos y la composición. Otros mezclaban todas
las disciplinas a la vez, con
tiempos predeterminados
a lo que se supone es más difícil de asimilar y dejando en un segundo
lugar elementos que, a la larga, resultan ser fundamentales para ser
mejores músicos. Estos
métodos surgen
especialmente con instrumentos como el violín y, especialmente, el
piano, y terminan extrapolándose a guitarra clásica, y de ahí, a
guitarra eléctrica y acústica, sin tener en cuenta que, en general,
todos los instrumentos (pues son más de uno) a los que llamamos
guitarra, requieren un estudio propio al ser la guitarra un mundo
complejo que requiere de su metodología específica.
En sus inicios, la guitarra eléctrica no seguía una metodología
estructurada de aprendizaje. Se suele decir que la música se estudiaba
en la calle, pues era la esencia de estilos como el blues o el rock, que
se basaba más en el aprendizaje callejero, algo que sucedía, aunque en
menor medida, en el jazz, disciplina en la que muchos músicos si tenían
estudios reglados, mientras que otros se basaban en el talento puro y la
educación callejera.
Con la llegada de los 70-80 y el auge del
virtuosismo, así como el auge de la
fusión en
la guitarra eléctrica, a raíz de la erupción de guitarristas como Van
Halen, Joe Satriani, Malmsteen, y la hornada de guitarristas
shred
y neoclásicos, la obsesión por la técnica del instrumento y la mejoría
en la comprensión de la armonía aplicada, se convierten en una obsesión
para el guitarrista moderno. La complejidad de la técnica de la guitarra
alcanza cotas increíbles con la púa alterna estricta, el sweep picking,
el legato, o el tapping a 8 dedos. A su vez, la armonía de jazz, así
como la clásica, comienzan a ganar terreno, y la guitarra eléctrica se
convierte, en menos de 50 años, en un complejo instrumento en el que
resulta difícil destacar y tener un alto nivel sin una metodología de estudio estructurada.
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Áreas de estudio y consejos para abordar el estudio.
Técnica, expresividad, educación auditiva, solfeo
(al menos rítmico), armonía, improvisación, arreglos, ritmos... ¿Cómo
podemos saber qué estudiar y cómo estudiarlo en cada momento? ¿Qué áreas
han de estudiarse como si fueran asignaturas propias de una carrera?
¿Debo estudiar todas las "asignaturas" por igual?
Lo primero que hemos de tener en cuenta, es nuestro
objetivo con el instrumento.
No es lo mismo que de llegar a ser profesional, que tocar la guitarra
por afición. El estudiante de guitarra que anhela ser profesional debe
mejorar su oído, su sentido rítmico, la lectura y el lenguaje musical
(solfeo), la armonía, y debiera ser capaz de hacer arreglos, ritmos, e
improvisar con solvencia en diversos estilos.
En cambio, el guitarrista aficionado, que por lo general dispone de
menos tiempo, debe enfocar su aprendizaje economizando su tiempo y sus
recursos. No es lo mismo tocar blues o rock que tocar rock neoclásico,
metal progresivo, o jazz. Un músico de blues deberá sobre todo destinar
sus recursos a la expresividad, la improvisación, así como distinguir de
oído las progresiones propias del blues. El estudio técnico ocupará
menos tiempo y algunas técnicas, como podrían ser el tapping, el sweep
picking, o la púa alterna estricta no tendrían cabida. En cambio, un
músico de jazz, tendrá que hacer mucho más hincapié en educar su oído y
aprender armonía, mientras que el músico neoclásico desarrollará
muchísimo más su técnica. De todas formas, luego pondremos ejemplos
concretos de estilos y rutinas recomendables.
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Técnica de velocidad y precisión
Lo que tradicionalmente ha sido llamado estudio técnico del instrumento, es en realidad sólo una faceta de la técnica; la
técnica de velocidad y precisión, que implica el apartado más físico de la técnica. Hemos de distinguir este tipo de técnica, de la llamada técnica expresiva.
Un error común consiste en desarrollar la técnica simplemente
estudiando canciones o temas que se encuentran por encima de nuestro
nivel, o limitándonos a estudiar ejercicios complejos durante horas con
nuestro amigo el metrónomo. Si bien, mediante este método, avanzaremos,
resulta mucho más fácil estancarse y el avance es mucho más lento y
pesado.
En los comienzos, aunque resulta divertido intentar tocar temas, debemos focalizar nuestros esfuerzos en
ejercicios básicos
que incluyan las distintas facetas técnicas que nos interesa
desarrollar (púa alterna, pulsación correcta, tapping, legato, sweep,
saltos de cuerda...). Así, un ejercicio básico servirá para desarrollar
la técnica, mientras que sus
variantes más
complejas, nos ayudarán a enfrentarnos a las situaciones más complicadas
que podamos encontrarnos en diversos temas. No olvidemos que la técnica
también incluye diferentes ritmos y acordes. En este caso hemos de
tener especial cuidado a la hora de cambiar de un acorde a otro,
procurando que no suene una incómoda pausa o que la calidad del sonido
descienda. Para trabajar esto es muy bueno practicar cambios de acordes
con el metrónomo.
Si abordamos el estudio técnico del instrumento, debemos siempre estudiar con
metrónomo, aumentando gradualmente la velocidad para superar nuestros límites.
No debemos permanecer en el mismo ejercicio durante horas;
llegado un punto eso sólo aumentará nuestra frustración y provocará el
estancamiento. Es mejor dedicar como mucho 15 minutos a cada ejercicio.
La mayoría de los profesores coinciden en no practicar las técnicas de
forma salteada. Así, si estudiamos pua alterna, no debemos hacer acto
seguido un ejercicio de tapping. Es mucho mejor dedicar
bloques de estudio
para cada técnica. Podemos distribuir esos bloques de estudio en
franjas de media hora a una hora como máximo. Si disponemos de tiempo
para estudiar más técnica, es mejor tomarse un descanso entre cada
sesión o introducir otro tipo de estudio diferente para dejar descansar
las manos.
Una vez que tengamos un cierto dominio de las distintas técnicas, o que
hayamos dedicado un tiempo suficiente a estudiarlas, podemos afrontar
el estudio de temas o mejor aún, segmentos de temas, en los que se
utilicen las técnicas que hemos abordado. Si hemos estudiado púa
alterna, escogeremos un ritmo o un solo o el fragmento de un solo en el
que se utilice esa técnica exclusivamente. Si a lo largo de la semana
hemos estudiado todas las técnicas, podemos escoger un solo que las
utilice todas, para así hacer un estudio general a final de semana.
La
técnica de expresividad constituye un
mundo muy diferente, y a la vez afín, al que acabamos de ver. La
expresividad es diferente en cada instrumento, aunque hay apartados
comunes, como la
dinámica o control de volúmenes, o la
agógica,
el control del tempo a gusto del intérprete. En el caso de la guitarra
la dinámica se estudia muy bien interpretando piezas con sonidos limpios
o semi saturados, ya que estos responden mejor al golpe de púa o dedos,
ayudándonos a controlar el volúmen y tocar más fuerte o más suave,
matizando la interpretación. Esto sí puede estudiarse sobre temas,
siendo especialmente recomendables las baladas, el blues o las piezas
clásicas de velocidad lenta o intermedia.También podemos probar a tocar
ritmos o solos improvisados, con muy pocas notas, y tratar de variar los
volúmenes a nuestro antojo.
La agógica suele emplearse en música clásica, blues y jazz. No consiste
en hacer diferentes figuras de Solfeo como blancas, negras,
semicorcheas... si no en llevar un tiempo discontinuo pero controlado.
Una forma de explicarlo, sería ver el tiempo como algo que se estira y
se contrae, en lugar de verlo como un ritmo perfecto desde el punto de
vista matemático. El entrenamiento del agógica es mucho mejor si se
realiza con melodías sencillas, por ejemplo, melodías de voz. Afrontar
la agógica en la guitarra solista es algo mucho más complicado y no
debemos hacerlo hasta poder controlar el tiempo en melodías mucho más
sencillas.
Otra faceta desconocida de la técnica de expresividad que puede ser estudiada es la faceta más física.
Bendings, vibratos, slides, staccatos...
muchas personas creen que el guitarrista más expresivo nace y no se
hace, pero lo cierto es que si escuchamos grabaciones antiguas de los
mejores músicos, vemos que existe una mejoría notoria, llegando a ser
increíble en algunos casos.
Los bends pueden ser entrenados pulsando dos notas separadas por
distancias de entre uno y tres trastes, y tratando de hacer que el bend
suene exáctamente igual que estas distancias (incluso podemos hacer un
ligado o un slide y tratar de imitar el sonido resultante). Esto
ha de realizarse en las diferentes partes del mástil,
así como las distintas cuerdas, poniendo un especial cuidado a la
afinación y tratando de realizar el estiramiento a diferentes
velocidades, con el propósito de controlar la técnica del bend. Un
guitarrista que siempre haga los bends a la misma velocidad termina
resultando predecible y aburrido. Además, debemos practicar bends,
prebends, bends con vibrato...
Con el vibrato ocurre algo similar. Podemos practicar los diferentes
tipos de vibrato en distintas cuerdas, en distintas zonas del mástil, y
con distintos dedos. Además, podemos jugar con la afinación del vibrato y
su amplitud, haciendo vibrato más o menos exagerados, y variando su
velocidad.
Una vez habiendo estudiado y perfeccionado estas técnicas, deben ser
aplicada sobre un contexto real. Podemos coger un tema sencillo y
estudiar estas técnicas para así tratar de aplicarlas de todas las
formas que creamos posibles. También podemos
coger una serie de dos o tres notas, y variarlas constantemente con el uso de estas técnicas. Un estiramiento más rápido, una nota sin estirar, una nota vibrada…
El lenguaje musical comprende el
solfeo y la
educación auditiva,
siendo el apartado menos estudiado por el guitarrista moderno. La
educación auditiva tampoco ha sido suficientemente estudiada en la
música clásica, aunque este error se ha corregido recientemente.
El solfeo no es estrictamente necesario en guitarra, al menos, para los
músicos no profesionales. Aun así, la parte rítmica del solfeo, sí que
es altamente recomendable para todos los músicos. Un músico profesional
sí que debe leer solfeo, al menos con cierta fluidez. En guitarra,
existe la alternativa de la
tablatura, que sumada al conocimiento del
solfeo rítmico, nos permite una lectura a primera vista mucho más rápida y acorde con las características físicas de nuestro instrumento.
Existen programas informáticos disponibles para el estudio del solfeo
rítmico. También hay libros muy recomendables, y podemos estudiarlo
incluso con las propias tablaturas de temas que conozcamos, o mediante
programas que todos solemos utilizar. Debemos empezar estudiando figuras
de solfeo de forma rítmica y en compases sencillos. Podemos aumentar
gradualmente la dificultad introduciendo silencios, figuras con
puntillos, o figuras irregulares, como los tresillos, quintillos...
Más importante aún si cabe es la educación auditiva, que nos permite
distinguir notas, acordes, y escalas. La educación auditiva no sólo hace
más fácil sacar temas de oído, sino que
nos ayuda a incorporar sonidos nuevos a nuestro repertorio mental, improvisar con mayor facilidad, o encontrar el acorde que buscamos cuando escuchamos un tema o componemos.
El oído puede ser educado de muchas formas. La educación auditiva fue
tratada ampliamente en una de las newsletter del propio portal.
Resumiendo, primero hemos de aprender a distinguir los diferentes
intervalos, algo que podemos hacer relacionándolos con melodías que
conozcamos. Después, hemos de aprender a distinguir los acordes y las
diferentes escalas, y finalmente afrontaremos melodías y progresiones de
acordes.
un estudio genial para mejorar nuestra educación auditiva es la llamada
transcripción,
en la que trataremos de escuchar un pasaje solista o rítmico (Siempre
es mejor comenzar por melodías sencillas), para después tocarlo o
incluso transcribirlo en partitura o tablatura. De esta forma no sólo
entrenaremos el oído, sino también el solfeo rítmico.
La armonía no debería ser temida, más bien al contrario. Es cierto que
el estudio de la armonía implica la comprensión y la memorización de
algunos elementos que, a priori, pueden resultar aburridos, complejos y
algo extraños para quienes empiezan en este vasto mundo. sin embargo, el
estudio más teórico de la armonía, sin práctica alguna, no debe llevar
apenas unos días. Pronto, el conocimiento de intervalos, escalas,
progresiones, tensiones musicales o notas de resolución debe ser llevado
a la práctica con sencillos
análisis de temas, o mediante
arreglos y análisis de estilos.
También debemos aplicar la armonía a la improvisación, la
composición,
o estudiar el estilo de un guitarrista que nos guste mucho. Tenemos que
comprender que la guitarra solista no flota en un espacio vacío, sino
que se relaciona activamente con los acordes de la canción. Rítmica y
solista son una sola entidad, y la armonía nos enseña a aprender cómo se
relacionan.
Una vez aprendidos los conceptos más básicos, es importante que los
apliquemos sobre cuestiones básicas que ya hemos estudiado. Por ejemplo,
podemos estudiar intervalos sobre riff y hacer variaciones, ver cómo
encaja la armonización de una escala sobre un tema que conocemos,
aplicar sustituciones de grados o intercambios modales sobre esos temas,
puede estudiar las tensiones musicales sobre una escala conocida y
tratar de aplicar la improvisación. Esto, al contrario de lo que cree la
gente, no nos hará más matemáticos y menos músicos, sino que expandirá
nuestros horizontes, incorporando nuestro lenguaje diferente sonidos que
antesnos eran totalmente desconocidos.
Este apartado ha sido generalmente pasado por alto en el estudio de la
guitarra. Sin embargo, por las características propias de nuestro
instrumento, debiera ser una de las áreas de estudio más importantes.
Al contrario que el piano e instrumentos melódicos, como el bajo o el
violín, en la guitarra podemos visualizar una nota en diferentes cuerdas
y, al ser un
instrumento armónico, estamos
obligados a tocar diferentes notas en diferentes cuerdas de forma
simultánea, caso de los acordes o los arpegios. En el piano en la
transposición de tono es mucho más difícil, pero la visualización de las
notas es mucho más sencilla. Un violín tiene técnicas muy difíciles, lo
mismo que sucede con un bajo, pero por norma general no se toca de
forma armónica (acordes). Un guitarrista debe aprender a visualizar los
intervalos en el mástil, los acordes, las escalas y a trasladarlos de un
tono a otro sin perder esa referencia visual.
Una escala un acorde deben estudiarse en diferentes tonalidades. Es muy
típico encontrarse con un guitarrista que sólo toca bien en La menor,
Do mayor, Mi menor, Sol mayor... sin embargo, deberíamos ser capaces de
tocar en cualquier tonalidad sin que nuestro nivel se viera mermado por
ello. Por ello es importante dedicar un tiempo no a estudiar escalas,
sino también a visualizarlas. Lo mismo ocurre con los acordes e
intervalos.
Podemos estudiar diferentes escalas partiendo desde una misma tónica (C
Mayor, Pentatónicas mayor y menor de C, C menor armónica, C Lidio
b7...) fijándonos en cómo varían los intervalos. Eventualmente,
advertiremos que las escalas son muy parecidas entre si y que no hay 5 o
7 patrones, sino uno o dos que se repiten periódicamente.
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Elaborar tu propia rutina
Como hemos visto, la elaboración de una rutina depende de nuestros
objetivos. También depende del tiempo que dispongamos. No es lo mismo
tratar de ser un músico de sesión, que intentar tocar bien rock, blues,
metal, funky… quien sólo busca tocar un estilo o divertirse con el
instrumento debe orientar su estudio hacia este objetivo.
Si queremos tocar estilos muy complejos, o nos gustaría ser músicos y
no guitarristas, nos encontramos en la obligación de elaborar una
rutina completa y equilibrada. En este caso, dividiremos la rutina en
bloques de estudio de varios días, dejando un espacio para el descanso o para
tocar de forma libre.
Al igual que un entrenamiento físico, esos bloques tendrán tres o
cuatro días en los que trabajaremos los diversos aspectos que hemos
tratado. Y, al igual que en un entrenamiento, los días de estudio libre
nos permiten desarrollar lo estudiado sin presiones.
Veamos
dos ejemplos de rutina, una más
enfocada al plano técnico, pero que no descuida el estudio de la armonía
o la expresividad, y una rutina que se enfoca hacia la armonía y la
educación auditiva. La primera podría valernos para rock, metal,
neoclásico… mientras que la segunda sería perfecta para jazz, o músicos
que quieren componer o arreglar temas.
Esta rutinas no son en ningún caso excluyentes. Para ser un músico
equilibrado y completo, debes alternar rutinas más técnicas, con rutinas
más expresivas, rutinas que hiciera más en el uso y aplicación de la
armonía, y rutinas que hagan hincapié en la educación del oído.
Distribuiremos estas rutinas asignándole a cada tarea un porcentaje del tiempo disponible cada día.
Rutina 1: (dividida en 3 días)
Día 1:
20% Alternate picking (ejercicios)
10% Estudio armonía (escalas y acordes con análisis)
20% Tapping (ejercicios)
10% Solfeo rítmico
10% improvisación (aplicando técnicas y escalas)
10% visualización del mástil (escalas estudiadas y arpegios)
20% Estudio solo con técnicas estudiadas
Día 2:
10% Educación auditiva (intervalos, escalas)
20% Sweep picking (ejercicios)
20% Expresividad (con estudio de melodía y aplicando bends, vibrato...)
10% Transcripción solo
20 % Legato
10% Visualización mástil (Acordes)
10% Armonía (arreglos en un tema)
Día 3:
10% Solfeo rítmico
20% Alternate
10% Visualización del mástil (desde una tónica al menos 4-5 escalas)
20% Legato/tapping
20% Improvisación
20% Estudio sobre un solo con todas las técnica
Rutina 2: (dividida en 4 días)
Día 1:
10% Educación auditiva (acordes)
20% Armonía (análisis de un tema y arreglos)
10% Técnica de acordes
20% Alternate picking
15% Solfeo
10% Visualización del mástil (acordes)
15% Análisis de una melodía/solo
Día 2:
20% Transcripción (solo y acordes)
15% Expresividad
15% Educación auditiva (escalas y melodías)
20% Sweep picking o arpegios de jazz
30% Improvisación sobre acordes con diferentes escalas tras analizar
Día 3:
30% Armonía aplicada (Estudiar intercambios modales sobre una base teórica y arreglo de acordes)
20% Legato Tapping
15% Solfeo
15% Visualización del mástil (escalas)
10% Educación auditiva (Cantar una melodía y tocarla en la guitarra)
10% Análisis de un ritmo/riff...
Día 4:
40% Composición/arreglo de un tema y elementos que se pueden tocar sobre el mismo.
20% Transcripción de un tema
10% Técnica (la que peor llevemos)
10% Expresividad
10% Visualización de escalas homónimas (mayor menor, superpuestas)
10% Transcribir un ritmo (sin las notas) de una canción.
Como véis, esta rutinas pretenden buscar un equilibrio, un punto
intermedio que permite no descuidar las diferentes facetas del músico en
su aprendizaje.
Son rutinas de orientación y los apartados descritos en ellas pueden
ser variados a gusto del guitarrista. Si un guitarrista no utiliza la
púa, puede dedicar el tiempo especificado en las técnicas para
desarrollar una mejor digitación, o técnicas específicas de finger
picking.
Igualmente, aquel músico que no pretende educar tanto su oído o
aprender tanta armonía, dedicará menos tiempo esos apartados y más a
otros. Quien se centre en un único estilo adaptará las rutinas a su
propio estilo, dedicando los apartados de armonía a la armonía que le
resulte funcional y haciendo lo mismo con el apartado de técnica o la
educación auditiva. El tiempo disponible ha de tenerse en cuenta; una
persona que sólo pueda tocar una hora todos los días distribuirá su
rutina en torno a siete días. Quien, en cambio, pueda tocar muchas horas
durante un par de días a la semana concentrará la rutina en este
espacio, siempre vigilando el castigo físico que supone tocar un
instrumento y distribuyendo con lógica y racionalidad los espacios
dedicados a la técnica.
Finalmente, la cuestión es elaborar un método que nos permita avanzar
con mayor velocidad y sin descuidar las distintas facetas del
aprendizaje. Las rutinas no tienen por qué ser constantes; podemos
llevar una rutina a rajatabla durante un periodo de tiempo y luego
cambiar de rutina, o bien tocar libremente, sin rutinas de estudio
durante un tiempo.
Descansar de las rutinas también es necesario. Ensayar con un grupo o
una banda, tocar con amigos, o improvisar son formas de estudiar y
aprender de una forma más relajada. Las rutinas están diseñadas para un
aprendizaje más rápido y homogéneo. Sin embargo, una rutina constante,
puede llegar a agobiar y agotar al estudiante.
Así pues, márcate unos objetivos realistas contando con el tiempo
disponible. Trata de seguir esta rutina y disfrutar del hermoso proceso
del aprendizaje, sin pensar que estás estudiando como si estuvieras en
una escuela, y disfrutando de cada paso que te lleve a ser mejor músico.
Cuando sientas que esa rutina llega agobiante, ten en cuenta que puede
ser el momento de cambiar a una rutina más relajada, aumentar los días
libres, o darte un par de días de descanso. Al final, tanto para el
músico profesional, como para el aficionado, lo principal es descubrirse
a sí mismo y disfrutar de este precioso instrumento.