En esta primera parte hablaremos de la historia del ecualizador. Creo que alguna vez todos nos hemos preguntado ¿qué es el EQ y cómo lo podemos aplicar?
Todos los sonidos son producidos por una combinación de ondas sonoras de diferentes frecuencias que desplazan el aire alrededor de nosotros. A la hora de grabar podemos medir cómo de fidedigna es la reproducción de las ondas sonoras comprendidas en ese sonido a través de la respuesta de frecuencia.
La respuesta de frecuencia es el rango de frecuencias que un dispositivo puede reproducir o grabar dentro de los límites de volumen especificados.
Utilizando la respuesta de frecuencia se puede medir la calidad de un dispositivo.
Lo que se conoce como una respuesta plana es lo que por lo general consideramos ideal. También solemos buscar que la grabación sea lo más limpia posible, sin ninguna distorsión, pero frecuentemente buscamos cierta distorsión y una frecuencia de respuesta modificada; aquí es donde aparece el procesamiento de audio. Este procesamiento es la manipulación realizada por el hombre que puede ser necesaria o intencional por una variedad de razones. El procesamiento puede hacer que el sonido parezca más real y lleno de vida, o más complejo y artificial.
Pongamos un ejemplo: si estuviéramos en una playa a unos 30 o 40 metros de distancia de donde rompen las olas, el sonido que estas producen nos llegaría apagado, debido a que la playa que nos separa de las olas funciona como un filtro. Si caminamos hacia el agua a la vez que reducimos la distancia gradualmente, notaremos que el sonido no solo cambia en volumen, sino también en tonalidad, siendo cada vez más agudo. Pues bien; la ecualización, también conocida como EQ (por su abreviación de sus siglas en ingles), es el procesamiento creado por el hombre para reproducir este fenómeno natural.
La ecualización comenzó junto con el nacimiento de las telecomunicaciones como una solución para compensar la pérdida de calidad cuando se utilizaban cables extremadamente largos. A través de los años las telecomunicaciones —y, en consecuencia, la radiodifusión— desarrollaron múltiples ecualizadores para paliar este problema. Por ejemplo, el legendario ecualizador Pultec, nacido en los años 50 —que permaneció en producción, con algunas modificaciones, hasta los años 70— es uno de más emulados a día de hoy en forma de plugins.
El clásico Pultec EQP-1 era un dispositivo pasivo —en otras palabras, no tenía alimentación de corriente—. Sin embargo, el más utilizado EQP-1A contaba con un amplificador para compensar la pérdida de inserción causada por el circuito de filtro pasivo; por lo tanto, era considerado un dispositivo activo.
El EQ es una serie de controles de tono que afectan diferentes frecuencias de sonido. En el sentido más básico, son los controles de agudos, medios y bajos que podemos encontrar en casi todo —desde una guitarra hasta la radio de un automóvil—. En un automóvil son necesarios para compensar o ecualizar el ambiente en el cual escuchamos nuestra música, y no difiere tanto cuando aplicamos esto a la hora de grabar.
La ecualización te permite compensar deficiencias en el sonido original. Por ejemplo, una guitarra acústica que retumba mucho, un hi-hat o charles con un sonido muy “grueso”, o una caja que suena sin cuerpo. El EQ es el ajuste de diferentes frecuencias acústicas que por lo general se indican y miden en herzios, que representan la cantidad de veces que una frecuencia de sonido ocurre por segundo.
El herzio (hertz, o Hz) es una unidad de frecuencia de onda. 20 Hz equivalen a 20 ciclos por segundo, y 20 kHz equivalen a 20 mil ciclos por segundo. Las frecuencias de sonido bajas que tienen una longitud de onda larga tienen un ciclo entre 50 y 100 veces por segundo, mientras que las frecuencias de sonido más altas que podemos escuchar tienen una frecuencia de hasta 20 mil veces por segundo. Los humanos (los jóvenes por lo menos) pueden escuchar aproximadamente desde 20hz hasta 16Khz. Lamentablemente, a medida que envejecemos nuestra capacidad para percibir frecuencias altas disminuye, aunque es posible que podamos percibir o sentir frecuencias en los registros más altos.
En la próxima entrega veremos las aplicaciones practicas del EQ.
Todos los sonidos son producidos por una combinación de ondas sonoras de diferentes frecuencias que desplazan el aire alrededor de nosotros. A la hora de grabar podemos medir cómo de fidedigna es la reproducción de las ondas sonoras comprendidas en ese sonido a través de la respuesta de frecuencia.
La respuesta de frecuencia es el rango de frecuencias que un dispositivo puede reproducir o grabar dentro de los límites de volumen especificados.
Utilizando la respuesta de frecuencia se puede medir la calidad de un dispositivo.
Lo que se conoce como una respuesta plana es lo que por lo general consideramos ideal. También solemos buscar que la grabación sea lo más limpia posible, sin ninguna distorsión, pero frecuentemente buscamos cierta distorsión y una frecuencia de respuesta modificada; aquí es donde aparece el procesamiento de audio. Este procesamiento es la manipulación realizada por el hombre que puede ser necesaria o intencional por una variedad de razones. El procesamiento puede hacer que el sonido parezca más real y lleno de vida, o más complejo y artificial.
Pongamos un ejemplo: si estuviéramos en una playa a unos 30 o 40 metros de distancia de donde rompen las olas, el sonido que estas producen nos llegaría apagado, debido a que la playa que nos separa de las olas funciona como un filtro. Si caminamos hacia el agua a la vez que reducimos la distancia gradualmente, notaremos que el sonido no solo cambia en volumen, sino también en tonalidad, siendo cada vez más agudo. Pues bien; la ecualización, también conocida como EQ (por su abreviación de sus siglas en ingles), es el procesamiento creado por el hombre para reproducir este fenómeno natural.
La ecualización comenzó junto con el nacimiento de las telecomunicaciones como una solución para compensar la pérdida de calidad cuando se utilizaban cables extremadamente largos. A través de los años las telecomunicaciones —y, en consecuencia, la radiodifusión— desarrollaron múltiples ecualizadores para paliar este problema. Por ejemplo, el legendario ecualizador Pultec, nacido en los años 50 —que permaneció en producción, con algunas modificaciones, hasta los años 70— es uno de más emulados a día de hoy en forma de plugins.
El clásico Pultec EQP-1 era un dispositivo pasivo —en otras palabras, no tenía alimentación de corriente—. Sin embargo, el más utilizado EQP-1A contaba con un amplificador para compensar la pérdida de inserción causada por el circuito de filtro pasivo; por lo tanto, era considerado un dispositivo activo.
El EQ es una serie de controles de tono que afectan diferentes frecuencias de sonido. En el sentido más básico, son los controles de agudos, medios y bajos que podemos encontrar en casi todo —desde una guitarra hasta la radio de un automóvil—. En un automóvil son necesarios para compensar o ecualizar el ambiente en el cual escuchamos nuestra música, y no difiere tanto cuando aplicamos esto a la hora de grabar.
La ecualización te permite compensar deficiencias en el sonido original. Por ejemplo, una guitarra acústica que retumba mucho, un hi-hat o charles con un sonido muy “grueso”, o una caja que suena sin cuerpo. El EQ es el ajuste de diferentes frecuencias acústicas que por lo general se indican y miden en herzios, que representan la cantidad de veces que una frecuencia de sonido ocurre por segundo.
El herzio (hertz, o Hz) es una unidad de frecuencia de onda. 20 Hz equivalen a 20 ciclos por segundo, y 20 kHz equivalen a 20 mil ciclos por segundo. Las frecuencias de sonido bajas que tienen una longitud de onda larga tienen un ciclo entre 50 y 100 veces por segundo, mientras que las frecuencias de sonido más altas que podemos escuchar tienen una frecuencia de hasta 20 mil veces por segundo. Los humanos (los jóvenes por lo menos) pueden escuchar aproximadamente desde 20hz hasta 16Khz. Lamentablemente, a medida que envejecemos nuestra capacidad para percibir frecuencias altas disminuye, aunque es posible que podamos percibir o sentir frecuencias en los registros más altos.
En la próxima entrega veremos las aplicaciones practicas del EQ.